NOSOTROS

Nace de una tierra que respira ibérico, de una forma de hacer que no entiende de prisas y de una historia que se cura a fuego lento. Aquí no hablamos de producto, hablamos de legado. De la precisión de manos expertas y del silencio de la sierra.

Somos de Jabugo. Y eso lo dice todo.

La excelencia nace del respeto por la tradición y el arte de la mano experta. En Félix de Múrtiga, cada producto es el resultado de paciencia y dedicación, preservando intacta la auténtica esencia del ibérico.

Cuarenta años dedicados a perfeccionar cada detalle nos han enseñado que la calidad no se improvisa: se trabaja con cuidado, esmero y a diario.

Proceso de curación

En nuestras bodegas, el tiempo y el clima especial de la sierra de Jabugo hacen su magia.

Tras la salazón, durante el secado, cada pieza se perfecciona lentamente, siguiendo el ritmo de las estaciones y bajo la atenta mirada de nuestros maestros jamoneros.

Y poco a poco, desarrollan su aroma, textura y sabor inconfundible. Porque la excelencia no se improvisa… se adquiere día a día.

Bienestar animal, calidad desde el origen

Nuestros cerdos ibéricos de bellota viven en libertad en la dehesa, entre encinas y alcornoques centenarios, con un cuidado constante orientado a su bienestar. Crecen recorriendo el campo y alimentándose de forma natural, sin estrés ni prisas. Respetamos su ritmo de vida y supervisamos cada etapa de su desarrollo para que se cumpla en las mejores condiciones.

Curiosidades

Hasta 14 km al día

Durante la montanera, cada animal recorre hasta 14 km al día buscando bellotas en la dehesa

4 o 5 encinas

Para alimentar a un solo cerdo de bellota, hacen falta 4 o 5 encinas cada temporada

Bellotas y hierba

Para ser considerado de “bellota” el cerdo debe ganar por lo menos 46 kilos a base de bellota y hierba

La dehesa: hogar y despensa del ibérico

La dehesa es mucho más que un paisaje: es el ecosistema único donde nuestros cerdos viven en libertad, respirando aire puro y alimentándose de pastos y bellotas. Este entorno, formado por encinas y alcornoques centenarios, regala la bellota que define el sabor único del ibérico. Una dieta que aporta esa grasa saludable, infiltrada y delicada, responsable de su textura jugosa y de un perfil aromático inconfundible.